En un panorama en el que las líneas de móviles superan a las fijas, no es posible que las primeras todavía financien a las segundas. En este contexto, España se sitúa como uno de los países con tarifas de móvil más caras de Europa, sin razón aparente para ello. ¿O si? Solamente la rentabilidad que sacan las operadoras, cobrando por servicios con los que obtienen amplios márgenes de beneficio, les ampara… a costa del consumidor, como casi siempre.
El hecho de que las compañías de telefonía móvil con red propia (Movistar, Vodafone y Orange) ofrezcen gratuitamente el establecimiento de llamada a sus Operadores Móviles Virtuales (OMV) podría ser una buena noticia para los consumidores. Más, en tiempos de crisis.
Sin embargo, la realidad es bien distinta, puesto que compañías como Yoigo, Simyo, Pepephone o Carrefour Móvil cobran este servicio (coste mínimo por realizar la llamada) a sus clientes con unas tarifas que oscilan entre los 12 y los 15 céntimos.
A modo de compensación, como informan desde AdslZone, estos operadores pagan el precio del primer minuto completo, lo que restaría el beneficio total que sacarían por cobrar el establecimiento de llamada. Aún así, los OMV siguen obteniendo una rentabilidad cercana al 60 por ciento. Una cifra nada despreciable, desde luego. Pero, ¿si los operadores virtuales ganan un 60 por ciento a nuestra costa, qué no ganarán los grandes operadores, los monopolistas? Pensarlo, asusta.
Y es que, al parecer, uno de los pilares con los que las OMV obtienen unos cuantiosos dividendos es mediante este negocio, llegando a suponer un 20 por ciento de sus ganancias. Aunque aquí habría que añadir los amplios márgenes que obtienen las operadoras respecto al pago por recibir llamadas de los demás operadores, o las llamadas a números del mismo operador (que, a veces, hasta son gratuitas) o el envío de mensajes de texto. Todo un negocio guisado entre los distintos operadores (grandes y pequeños).
Un primer paso para romper este abuso lo protagonizó Eroski Móvil este verano al anunciar que dejaría de cobrar el establecimiento de llamada a sus clientes. Una decisión que hizo pensar a muchos que sería el comienzo para que el resto de sus competidores tomaran la misma postura. Una decisión que, de haber cuajado entre el resto de operadores virtuales, hubiera apretado las clavijas a los monopolistas y les hubieran obligado a tomarse en serio la bajada de tarifas. Pero todo ha quedado en un espejismo, puesto que el panorama tarifario sigue más o menos en las mismas condiciones, meses después. Todos llenándose los bolsillos y el consumidor pagando precios astronómicos por servicios que no lo valen.
Lo que está claro es que en España se podrían rebajar, y mucho, los costes en beneficio del usuario, como ocurre en otros países europeos, sea el caso de Francia, Reino Unido, Italia o Portugal, que no cobran el establecimiento de llamada. Pero ni a los grandes, ni a los chicos, les interesa en absoluto aplicarlo en suelo patrio.
Si se eliminase el establecimiento de llamada y bajaran los precios de los sms, otro gallo nos cantaría. De hecho, los precios por minuto en Europa se acercan, cada vez más, a los 6 céntimos, sin coste por establecimiento y con mensajes de texto a 5 céntimos de forma estándar. Algo, totalmente envidiable.
En la actualidad, y ante un panorama en el que las líneas de móviles superan, con creces, a las de números fijos, es difícil asumir que las tarifas de interconexión móvil sigan siendo tan altas. Con unos ratios de beneficio tan elevados, que la telefonía móvil siga financiando a la fija, es un disparate
Algo no cuadra. Y en este caso, se deberían buscar otras alternativas de negocio que favorezcan el bolsillo del consumidor y no un enriquecimiento tan descarado de todas las operadoras.
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