Miles de personas se congregaron este fin de semana en 22 sitios arqueológicos e históricos de México para observar el universo y celebrar los 400 años del telescopio. Tal como lo hizo Galileo Galilei en 1609, astrónomos profesionales, aficionados y el público en general indagaron los misterios del cielo, utilizando telescopios y binoculares. La "Noche de las Estrellas" mexicana forma parte de las actividades que se desarrollarán en distintos países durante 2009 para conmemorar el Año de la Astronomía. BBC Mundo viajó el sábado a uno de los sitios arqueológicos más conocidos de México, las pirámides de Teotihuacán, situadas a unos 40 kilómetros al nordeste de la capital. Está prohibido entrar a las pirámides de noche, pero ésta es una ocasión especial, en la que miles de personas hacen fila para tener la oportunidad de ver el cielo a través de un telescopio en medio de la más absoluta oscuridad.
Algunos llevan horas esperando su turno, sin contar el tiempo que les tomó llegar hasta aquí. Además, desafortunadamente, las condiciones de visibilidad no son las mejores porque el cielo está parcialmente nublado. Mala suerte. Pero a la mayoría parece no importarle. De hecho, la Luna se ha dejado ver de manera intermitente, agregando una cuota de misterio a esta aventura. La Calzada de los Muertos Justo frente a las pirámides del Sol y la Luna, hay decenas de telescopios instalados en la Calzada de los Muertos, uno de los caminos principales de este sitio arqueológico.
Aquí está Eduardo Guillén, un estudiante universitario que trajo un telescopio para compartir su pasión por el universo. "Todos nosotros somos parte de una estrella, todos los elementos que nos conforman como seres vivos vienen de una estrella. Éste es un espectáculo maravilloso", dijo. Lo mismo piensa María del Pilar Coyoli, una artesana de Pachuca, que ha mirado por primera vez la Luna a través de un telescopio. "Acabo de ver los cráteres de la Luna. Es precioso, esto es impresionante. Para una persona de 60 años, esto es un sueño", dice. "Ahora puedo decir que es cierto lo que me platicaban los maestros cuando era niña", añade. "Arque-astronomía" en Teotihuacán Intento sacarle una foto a María del Pilar y sus largas trenzas, que le llegan hasta la cintura, pero de inmediato me reclaman los astrónomos que están alrededor.
"¡No!, no puede usar flash. Es que el ojo humano se demora 20 minutos en acostumbrarse a la oscuridad. Si saca una foto nos arruina el espectáculo", grita alguien desde las sombras. Tras una fallida negociación, acepto las condiciones y me voy a otra zona de la Calzada de los Muertos, esta vez para conversar con el organizador del evento en Teotihuacán, Sergio Mendoza, investigador del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sentados en el suelo, Mendoza me cuenta que las culturas mesoamericanas realizaban investigación astronómica hace 3.000 años. "Lo que queremos es que la gente vuelva a mirar al cielo como lo hacían sus antepasados y que se haga las mismas preguntas: ¿De dónde venimos?, ¿Hacia dónde vamos?, y esencialmente despertar la conciencia para que las personas apaguen las luces", dice. Según este científico es demasiada la contaminación lumínica que existe en el mundo y por eso cree que esta noche les ofrece una oportunidad única de acostumbrarse a la oscuridad y "meditar con las estrellas". Y el escenario no puede ser mejor. La ciudad de Teotihuacán fue construida hace 2.500 años por astrónomos que consideraron el alineamiento del Sol y de la Luna para emplazar las pirámides y crear juegos de sombras que más tarde fueron reproducidos por otras culturas. ¿Y dónde está Orión? El plan era observar cuerpos celestes como la nebulosa de Orión, Sirio, la galaxia de Andrómeda o las Pléyades, cerca de la constelación de Tauro.
Pero el tiempo nos ha jugado una mala pasada y el cielo ha decidido guardar algunos de sus secretos para otra ocasión. No importa. Al menos también tuve la oportunidad de ver por primera vez en mi vida los cráteres lunares, una experiencia cautivante en un sitio arqueológico de esta envergadura. Me despido de José Antonio Ramos, un hombre originario de San Martín de las Pirámides, una comunidad que está detrás del templo de la Luna. Ramos está tocando, en medio de la oscuridad, un instrumento de viento que él fabrica con sus propias manos, la chirimía. Se reconoce como descendiente de los que construyeron las pirámides de Teotihuacán y por eso cree ser portador de una herencia ancestral que lo hace sentirse orgulloso de su cultura. Está feliz de que la gente haya venido a mirar las estrellas. Son las once de la noche. Ha llegado la hora de emprender el regreso al Distrito Federal. Dejo atrás la oscuridad cósmica y vuelvo a sumergirme en una ciudad de más de 20 millones de habitantes con la convicción de que volveré muy pronto a este lugar. |
lunes, 2 de febrero de 2009
México observa el universo y celebrar los 400 años del telescopio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario