martes, 24 de febrero de 2009

Obama ante su discurso más delicado

No es fácil encontrar una forma de expresar la magnitud del problema que afecta la economía estadounidense o la profundidad del agujero en el que se está deslizando.

Barack Obama
Pocos escenarios son tan complicados para Obama como el Capitolio.
Tome por un instante un billón de dólares de déficit. ¿Le ayudaría a entender esto si le decimos que si uno retira del banco esa cantidad en billetes de US$1.000 y lo coloca uno encima del otro, la columna llegaría a tener unos 100 kilómetros de alto?

O el costo de US$787.000 millones del plan de estímulo del presidente Barack Obama. ¿Tendría una mejor idea de lo que significa esa cantidad si le dijera que es más o menos el equivalente a gastar un millón de dólares al día desde el momento en que Jesucristo nació hasta nuestros días?

Probablemente no. Eso le da una idea de la tarea a la que se enfrenta Obama este martes cuando hable ante las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos.

El mandatario debe intentar poner en perspectiva los problemas que atraviesa el país e incluso conseguir que su audiencia vea las oportunidades que -él debe creer- les depara el futuro.

Escenario

Obama ha estado claramente expuesto durante su primer mes de mandato. Al contrario de su predecesor, él cree en el gobierno y en sí mismo.

Así que ha protagonizado una buena cantidad de discursos en todo el país, así como conferencias transmitidas por la televisión en vivo.

Pero en la comparecencia de este martes pondrá a prueba sus creencias en un escenario tan imponente como lo es la Cámara de Representantes.

Parecerá -y se sentirá- como el discurso del Estado de la Unión que normalmente brinda cada presidente estadounidense alrededor de esta fecha en el calendario político (generalmente un poco más temprano)

Pero como Obama es nuevo en la Casa Blanca, y por ello no está en posición de tomar responsabilidad sobre los triunfos y desastres de 2008, el evento será considerado sencillamente como un discurso para ambas cámaras.

Pero esto es un simple detalle técnico. Los estadounidenses verán a su enérgico nuevo presidente no sólo para conocer una evaluación realista de sus problemas, sino para tener una idea de cuándo deberían empezar a ver una recuperación.

De viaje en viaje

Un país herido y preocupado espera por palabras que les brinden seguridad e inspiración.

Crisis hipotecaria
Se esperan propuestas de Obama para superar la crisis hipotecaria.
Una especie de "hambre de esperanza" entre los estadounidenses contribuyó en buena parte a la campaña de Obama. Así que será interesante ver cuánta esperanza él puede ofrecer cuando hable de la situación en que se encuentra la nación tras un mes de haber asumido la presidencia.

Durante ese tiempo ha gobernado y ha estado de campaña, llevando su mensaje a Colorado, Florida, Indiana y Arizona y hablando directamente con los electores.

Su seguridad en el escenario y su fácil maestría cuando está en vivo por televisión son armas poderosas para un líder.

También ha estado ocupado.

Hay un paquete de ayuda a los propietarios de viviendas y -por supuesto- está ese plan de estímulo de US$787.000 millones de reducción de impuesto e incremento del gasto.

Incluso hay más ayuda monetaria para los bancos, a pesar de que se mostró más duro con la gente de Wall Street en comparación a su antecesor George W. Bush.

Tono sombrío

Sin embargo, su tono también ha sido serio, a veces sombrío, y cada discurso está salpicado de referencias a la crisis y a los días difíciles que se avecinan, y cómo la situación empeorará al corto plazo en vez de mejorar.

Haciendo un repaso, uno comprueba que ese nuevo tono en su retórica viene desde su discurso de juramentación, que tuvo momentos conmovedores así como de profunda determinación, pero que me impactó por el tono oscuro de sus palabras.

Nadie que haya escuchado a Obama alzarse en exhortaciones de esperanza durante la campaña podría imaginar que tendría la capacidad para hablar con un realismo que rayaba la jerga del mundo negocios, pero así fue.

Hay algunas personas que incluso se preguntan si Obama no estará exagerando en su sobriedad y si no sería hora de unas pequeñas alusiones más optimistas sobre los días venideros.

A los estadounidenses les sigue gustando Obama, pero su capacidad de ser advertidos sobre el funesto aprieto en el que están no será infinita.

Y también habrá mucho que ver en el contenido.

Para todos los gustos

Si a usted le que le gusta la lucha cuerpo a cuerpo que se produce entre los diferentes bandos del Congreso estadounidenses, entonces debe estar pendiente a las referencias que Obama hace sobre la necesidad de mayor consenso.

Es cierto que la mayoría de los presidentes llegan a la Casa Blanca cantando esta tonada de unidad, pero Obama ha hecho más hincapié en ello que la mayoría de sus antecesores, y cuando hubo que presionar, sólo tres de los 219 republicanos con sillas en el Congreso apoyaron su plan de estímulo.

Demócratas en la Cámara de Representantes
El paquete de estímulo de Obama no obtuvo un solo voto republicano en la Cámara de Representantes.
Cierto, este discurso es sobre la economía, pero podría haber alguna referencia nostálica al deseo de que los chicos en el Capitolio se entiendan un poco mejor.

También será interesante ver cómo habla exactamente de la economía.

Obama empezó su período de cuatro años con una explosión de gastos y préstamos que él asegura son necesarios para sacar a la economía de la recesión.

Ahora dice que su intención es terminar éste mandato con el déficit presupuestario reducido a menos de la mitad de su nivel actual.

Él asegura que eliminando gastos innecesarios, aumentando impuestos a los ricos y reduciendo la presencia estadounidense en Irak será suficiente, pero es difícil de reconciliar al Obama que ha elegido gastar para salir de esta profunda recesión con la conservadora figura fiscal que intenta adoptar para los próximos años.

Será un momento político fascinante si él tiene el valor de vender la idea de una disciplina fiscal a un país acostumbrado a vivir más allá de sus posibilidades, en circunstancias en las que el dolor de la economía es más agudo.

Así que tómelo con una pizca de sal cuando le digan que la comparecencia de hoy no es el discurso del Estado de la Unión.

Es muy probable que lo sea.

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