Una de las principales promesas de campaña de Barack Obama fue que, desde su primer día en la Casa Blanca, se dedicaría a reformar el sistema de salud de Estados Unidos y extender la cobertura médica al país entero.
En evento tras evento, Obama recontó los últimos días de vida de su madre, quien murió de cáncer. "Ella pasó más tiempo luchando con las compañías de seguro médico en el hospital, que luchando contra su mismo cáncer", repetía Obama ante los miles que iban a verlo. Ahora, el encargado de cumplir esta promesa es el ex-senador Tom Daschle, nominado por Obama para ser secretario de Salud. "Ha llegado el momento -este año, con esta nueva administración- de modernizar nuestro sistema de salud para el siglo XXI, de reducir los costos para las familias y las empresas, y de finalmente proveer cuidado médico asequible y accesible para cada estadounidense", dijo Obama al presentar a Daschle, quien fue el líder de la mayoría en el senado de 1995 a 2004, cuando perdió su puesto como senador de Dakota del Sur. Un reto monumental
El ex-senador, quien fue clave en la estrategia nacional de Obama durante las primarias y las elecciones generales, pero se mantuvo detrás del telón, será el arquitecto de un ambicioso plan que podría enfrentar al presidente con las poderosas aseguradoras de salud que controlan el sistema.
Ha llegado el momento -este año, con esta nueva administración- de modernizar nuestro sistema de salud para el siglo XXI, de reducir los costos para las familias y las empresas, y de finalmente proveer cuidado médico asequible y accesible para cada estadounidense Barack Obama |
"Responder a nuestros desafíos en el área de la salud, no sólo significa vidas más largas y saludables para millones, sino también que les ayudará a las empresas del país a ser más competitivas y le ayudará a nuestra economía a salir de la crisis", manifestó Daschle, cuando se dio a conocer su nombramiento.
La selección de Daschle fue aplaudida por la Asociación Médica de Estados Unidos (AMA, por sus siglas en inglés) y por varios miembros del Congreso que deberán aprobar cualquier plan de salud que venga de la Casa Blanca.
El reto para Daschle será monumental. Más de 46 millones de personas en Estados Unidos carecen de seguro médico y las cuentas de hospital son la causa número uno de las bancarrotas en el país.
Además del 16% de la población sin seguro médico, 20 millones cuentan con una cobertura médica parcial que no cubre sus necesidades y 103 millones no tienen seguro dental, según datos del gobierno.
Incluso los que cuentan con cobertura de salud han visto sus pagos subir tres veces más rápido que sus salarios y la familia promedio paga US$3.281 anuales para tener acceso a este servicio.
Sistema universal
Los costos no sólo son para las familias: el gasto médico en Estados Unidos representa el 16% del producto interno bruto y se proyecta un incremento al 25 % para el año 2030.
El país gasta como promedio US$5.635 por habitante al año, según cifras de 2003, más del doble de la mayoría de los países industrializados.
Aunque es una de las naciones más ricas del mundo, no es inusual esperar varias horas para recibir tratamientos de urgencia en los hospitales y las enfermedades crónicas están a niveles récord.
Para resolver esta crisis Daschle propone un sistema de salud universal, mediante una expansión de los programas del gobierno conocidos como Medicaid y Medicare, que en este momento sólo incluyen a los jubilados y a las familias que están por debajo del nivel de pobreza.
Afecciones "pre-existentes"
Entre las nuevas medidas también se prohibiría la práctica actual de las aseguradoras que les niegan cobertura a las personas con afecciones "pre-existentes".
Por ejemplo, estas empresas privadas pueden negarle el servicio a un diabético, porque ya tiene una enfermedad crónica.
En su libro "Estado Crítico: Lo que podemos hacer frente a la crisis de salud", Daschle argumenta a favor de la creación de un comité nacional para dar seguimiento a los programas de salud y sus resultados, y una serie de leyes destinadas a garantizar una cobertura médica universal.
Aunque el libro ha sido bien recibido por la comunidad médica, el desafío de Daschle será convencer a sus ex-colegas en el Congreso, para que sus promesas de reforma no se queden sólo en el papel.
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