jueves, 22 de mayo de 2008

En Francia, un paro tras otro

Los sindicatos franceses realizan este jueves paros y manifestaciones contra reformas previstas en el sistema de jubilaciones del sector público, parte de una creciente ola de protestas que desafía al presidente Nicolas Sarkozy.

Las centrales sindicales esperan congregar a cientos de miles de personas en unas 80 manifestaciones en todo el país, para rechazar la extensión, de 40 a 41 años, del plazo de cotización laboral necesario para la jubilación plena.

También se prevén paros y trastornos en algunas ramas de actividades, especialmente los transportes públicos.

Estas protestas y otras que hubo en la última semana -como una de trabajadores portuarios y pescadores, y otra de estudiantes y profesores de liceos- han generado un clima de mayor conflictividad social en Francia.

Un año después de asumir la presidencia, Sarkozy ha prometido mantener las reformas para reducir el gasto público, pese a la presión sindical.

Pero la tarea es complicada por el derrumbe de su popularidad y señales de rebeldía en su propio partido.

"Más difícil"

"Claramente su posición es más difícil", dijo Michel Husson, del Instituto francés de Investigaciones Económicas y Sociales.

Un policía se protege de luces de Bengala lanzadas por manifestantes  21.05.08
El miércoles, manifestantes se enfrentaron a la policía en el centro de París.

En diálogo con BBC Mundo, el experto señaló que "hay un auge de la conflictividad social" en Francia, pero "por el momento no existe una convergencia" de las movilizaciones.

Para este jueves, las centrales sindicales han advertido que el éxito de las protestas de trabajadores públicos y privados por las jubilaciones depende de la cantidad de manifestantes en las calles, más que del nivel de huelgas.

La empresa de transportes públicos de París previó para el jueves un tráfico "casi normal" en metros, buses y trenes urbanos, pero se anuncian varios trastornos en líneas de la capital y de la red nacional de trenes.

Las encuestas publicadas sobre esta movilización dan resultados contradictorios.

Un sondeo indicó que el 57% de los franceses considera injustificadas las protestas, pero otro señaló que el 60% respalda la huelga.

Las protestas también suponen la primera gran prueba para la ley de "servicio mínimo" promovida por Sarkozy el año pasado, que obliga a los empleados del transporte a avisar con 48 horas de anticipación si piensan hacer huelga.

Otras protestas

El gobierno francés llega a la jornada de manifestaciones de este jueves luego de haber enfrentado, en los últimos días, protestas callejeras por otros temas.

Varios puertos y depósitos de combustibles en Francia fueron bloqueados esta semana por pescadores enfurecidos por el aumento de los precio del diesel.

El miércoles se registraron incidentes entre los pescadores y los policías que custodiaban la sede del Ministerio de Agricultura, en París.

Según las autoridades, los incidentes dejaron cuatro uniformados heridos.

El gobierno procuró desactivar esta protesta con la promesa de desembolsar este año US$173 millones para amortiguar el costo de los combustibles.

El martes, trabajadores portuarios también se enfrentaron a la policía antidisturbios en la ciudad de Marsella para protestar por un proyecto de reformas y privatizaciones de los puertos.

El domingo, más de 20.000 estudiantes y profesores de secundaria se manifestaron en París contra los planes del gobierno de suprimir 11.200 empleos en la enseñanza, al reemplazar sólo la mitad de los funcionarios que se jubilen.

Inquietud oficialista

Según Guy Hermet, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París, esta oleada de protestas ocurre porque Sarkozy ha relanzado su programa de reformas, que en algún momento pareció diluirse.

El analista dijo que en este panorama son "significativos" los gestos de inquietud en el partido de centroderecha de Sarkozy, cuyos diputados dejaron la semana pasada que la oposición derrotara en la Asamblea Nacional un proyecto sobre organismos genéticamente modificados.

El presidente asegura que sus reformas son necesarias y tienen el apoyo de la mayoría de los franceses, pero los sindicatos parecen empeñados en demostrar lo contrario y torcerle el brazo.

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