viernes, 30 de mayo de 2008

el benefactor y padre de la patria nueva...... murio asi.

Imbert Barrera narra horas finales del dictador Trujillo

SANTO DOMINGO.- “Tocayo, ahí va”, gritó Antonio de la Maza en medio de la oscuridad de la noche. Antonio Imbert Barrera apresuró la marcha y vio la figura del tirano, tambaleante, delante de las luces del automóvil que el chofer Zacarías de la Cruz dejó encendidas, antes de internarse en los matorrales frente al Malecón.

“Venía de frente a mí, con pasos arrastrados, quejándose como un moribundo”, narró a LISTÍN DIARIO Imbert Barrera, héroe nacional, general vitalicio y ahora el único sobreviviente de la Gesta del 30 de Mayo de 1961, cuyo 47 aniversario conmemora hoy la nación dominicana.

De la Maza le advirtió de nuevo: “Tocayo, ahí va, que no se escape”. Imbert lo vio más cerca, vestido de blanco, con sus charreteras de generalísimo ensangrentadas y entonces le disparó varias veces, con su pistola 45, que aún conserva en uno de los armarios de su casa. “Estaba muy herido, creo que se moría de todas maneras, pero yo le disparé para asegurarme y cayó boca arriba, muerto, como un toro viejo en medio de la autopista”, dice.

El héroe del 30 de Mayo, entonces administrador de la empresa hormigonera Mezcla Lista, atestigua que fue el último que disparó contra el tirano y que ya el chofer Zacarías de la Cruz no estaba cerca de su jefe porque había huido herido entre los matorrales hasta la avenida Independencia, donde fue auxiliado y llevado al hospital militar que estaba entonces en la Correa y Cidrón.

“Zacarías peleó como un hombre, nos enfrentamos en una balacera por varios minutos, descargó dos ametralladoras que tenía en el carro, fue el único que nos disparó”, apuntó Imbert Barrera, agregando que Trujillo no llegó a disparar un revólver calibre 38 que portaba, porque “yo mismo lo recogí con su estuche de balas del asiento trasero del vehículo”.

En el primer tiroteo, según el relato del general Imbert, participaron, además de él, Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sahdalá y el teniente Amado García Guerrero, miembro del Cuerpo de Ayudantes Militares del tirano y el único militar que participó en la conjura. Fue éste quien avisó que Trujillo iría esa noche a San Cristóbal. ¿Cuándo tuvo la idea de ajusticiar al tirano? Imbert responde:

“El deseo de matar a Trujillo se acrecentó en mí una mañana que me encontraba en la casa de Estrella Sahdalá, que vivíamos cerca en la calle Caonabo, de Gazcue. Urania de Sahdalá, su esposa, nos mostró un periódico que publicaba la muerte de las hermanas Mirabal, y entonces dije en voz alta: ‘Hay que matar a Trujillo’”. Imbert afirma que el crimen de las Mirabal lo llenó de indignación, aunque antes él también había sido encarcelado y sufrido el asesinato de su hermano Segundo Imbert en la cárcel La Victoria.

“Salvador me dijo que había otras personas que tramaban matar a Trujillo, y días después me presentó al tocayo De la Maza, y allí también conocí a García Guerrero. Había otros, pero los que participamos en la balacera que terminó con la vida de Trujillo fuimos nosotros cuatro: El tocayo Antonio, Salvador, Amadito y yo”, dice.

AL A JUVENTUD
El ex secretario de las Fuerzas Armadas se definió como un hombre que no habla mentiras, y ratificó que el grupo que lo acompañó en el complot no tuvo nada que ver con “los gringos”.

“Tengan la seguridad de que yo soy un hombre que no hablo mentiras, nosotros, el grupo de nosotros, Antonio de la Maza, Salvador Estrella, Amado García Guerrero y yo, no teníamos nada, nada que ver con los gringos”, agregó. Dijo que una muestra de lo que afirma es que cuando llegó con el cadáver de Trujillo a la casa de Juan Tomás Díaz, allí no había nadie.

Imbert agrega que con su participación en la eliminación del tirano contribuyó a que el país viva hoy en democracia, pese a que algunas veces la democracia se pasa, y citó “la matadera” de personas que ocurre en los actuales momentos.

Imbert Barrera expresó que las luchas de tantos jóvenes que llegaban al país en las embarcaciones había que tomarlas en cuenta y ese fue uno de los elementos que lo motivó a participar en la gesta. “Creo que nosotros cumplimos con un deber patriótico al eliminar a esa bestia humana.

No tengo ningún temor porque el que no la debe no la teme, la participación mía fue muy, muy clara”, indicó.

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