Sin duda, esa reputación de mala calidad se ha quedado atrás y además ahora la etiqueta podría ser cambiada por la de "Hecho por chinos".
Efectivamente, cada vez más chinos crean empresas en otros países. Y en pocas partes es más evidente la exportación de su habilidad empresarial que en Italia y en la más italiana de las industrias: la del vestido. Por ejemplo, justo al norte de Florencia está la ciudad de Prato, con una historia de 1.000 años en textiles y fabricación de ropa. Y Prato tiene una población de unos 190.000 habitantes, de los cuales alrededor de 35.000 son chinos; tal vez la mayor concentración de chinos en Europa, fuera de una gran ciudad. "Hay unas 5.000 fábricas manejadas por chinos en Prato", dice Silvia Pieraccini, la periodista de investigación autora del libro L'Assedio Cinese (El asedio chino).
"Muchas son grandes empresas del tamaño de una bodega, otras están en habitaciones individuales, pero todas producen ropa que llevan la etiqueta 'Hecho en Italia'", asegura. Pieraccini estima que están haciendo alrededor de un millón de prendas al día, con un valor de cerca de US$2.600 millones por año. La mayoría de las prendas son de rango medio y se exportan a países como Canadá, México y Europa del Este.
"Hay menos italianos trabajando en esta industria y algunos están molestos por ello. Pero eso no debería ser un problema", dice. El comprador italiano Alex Castelasi dice que los productos chinos son 50% más baratos que la ropa italiana. "Los chinos son imbatibles en el precio y ahora la calidad es muy buena", dice.
Los chinos son imbatibles en el precio y ahora la calidad es muy buena
Alex Castelasi, comprador italiano
Los chinos están superando a los italianos en su propio juego, como si hubieran ido a Francia para hacer champán o a Escocia para hacer whisky.
Tan grande ha sido el impacto de China en Prato que, de acuerdo a la Cámara de Comercio de la ciudad, la mitad de las empresas textiles de propiedad italiana han cerrado desde 2001 y quedan unas 3.000.
"Al revés"
Giuseppe Cocchi mantiene su empresa textil Binicocchi desde hace 50 años y ha tenido que deshacerse de alrededor de 100 empleados en la última década, la mitad de su fuerza de trabajo.Los efectos se ven en la fábrica de Cocchi. Mientras que algunas máquinas están trabajando a todo vapor para abastecer a los clientes de larga data, como Armani y Zara, muchas otras están apagadas.
"Los clientes solían venir a buscarnos", dice Cocchi. "Ahora nosotros tenemos que ir a buscarlos a ellos". Cocchi escucha a sus colegas en otras partes de Italia decir que no quieren convertirse en "otro Prato".
En privado, los fabricantes de ropa italiana afirman que los chinos tienen éxito porque están violando las reglas. Pieraccini cree que hasta 20.000 chinos permanecen ilegalmente en Prato.
"Se les paga casi nada, lo que hace que la producción china sea mucho más barata que la producción italiana. También hay evidencia de que ellos traen sus propias materias primas sin pagar el total de impuestos de importación", dice. La policía financiera, la Guardia di Finanza, también cree que hay miles de trabajadores chinos indocumentados en Prato.
Resentidos
Detrás de un librero está un compartimiento secreto con las camas que usan los trabajadores ilegales.
La policía también cree que el crimen organizado chino ha entrado en Prato, para tratar de controlar a los trabajadores ilegales, y traer prostitución y drogas.
Ciertamente, la población local italiana tiene miedo y resentimiento ante la presencia china y eso ha alimentado la ansiedad existente sobre la inmigración y la economía. En 2009, Prato eligió a su primer alcalde de derecha en más de 60 años. Roberto Cenni ha hablado de una "invasión china" y ha llamado a la acción a la Unión Europea. A Xu Lin, el hombre de negocios chino que llegó hace 20 años, le ofende que los chinos sean retratados como criminales o contrabandistas, que intentan destruir la ancestral industria italiana. "Los italianos siguen siendo los mejores en diseño y tenemos mucho que aprender de eso", dice. Consciente de que éste ya está siendo llamado El Siglo de China, le pregunto si el resto del mundo puede esperar que lleguen más chinos y también se apropien de sus industrias.
"En cuestión de cincuenta años, China será un país importante", dice con un eufemismo impecable.
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