martes, 24 de junio de 2008

"Yo lavé dinero"


Maleta con dólares.
Kenneth Rijock es un abogado estadounidense que estuvo en Vietnam y lavó dinero del narcotráfico durante diez años. Sacaba millones de los narcotraficantes colombianos desde Estados Unidos y los volvía a introducir al país mediante decenas de tretas.

Nunca lo detuvieron en ninguna aduana. Hoy colabora con la policía de su país para capturar a sus antiguos colegas de oficio. Él mismo contó su historia a la BBC.


Explico: el lavado de dinero es la operación mediante la cual uno saca del país dinero sucio perteneciente a un cliente y lo limpia utilizando tres claras fases. La primera se llama 'ubicación', y consiste en sacar el dinero y colocarlo en algún banco de un paraíso fiscal.

A media noche golpeaban a la puerta y entraba gente de Nueva York, California o Chicago con cientos de miles de dólares en billetes de cien. Quince minutos más tarde, golpeaban a la puerta trasera y era el turno de los colombianos, quienes traían varios kilos de cocaína.

Entonces, yo tomaba a mis clientes, los vestía como empresarios y les daba cita una mañana en Fort Lauderdale, de donde salíamos con un montón de valijas que contenían, digamos, seis millones de dólares y nada de ropa.

En diez años, no me detuvieron en ninguna aduana ni tuve problemas con ningún departamento de tipo policial ¿Por qué? Porque todos están sobrecargados de trabajo y, por otra parte, están más preocupados de los cargamentos que entran a Estados Unidos".

Las dos fases siguientes

"La segunda fase se llama 'estratificación', y consiste en mover el dinero a través del sistema financiero para disimular su origen delictivo.

Billetes
De Estados Unidos, el dinero es puesto en Angola, por ejemplo, se transfiere por cable a Panamá, otro paraíso fiscal. De ahí sale hacia un banco en Taiwán y termina en algún banco de Europa occidental, donde entra en el circuito de las inversiones legítimas.

Entonces viene lo que llamamos 'integración', que es la tercera fase. Digamos que uno crea una compañía fantasma en Francia y se hace uno mismo un préstamo para comprar un edificio de oficinas en Estados Unidos. Es decir, así es como el dinero que salió del bolsillo izquierdo vuelve al bolsillo derecho".

La verdadera droga

"¿Sentí alguna vez miedo de que me echaran el guante? Vea. Yo estuve en Vietnam y Camboya por más de un año. La perspectiva de ser un oficinista, después de esta experiencia, parece demasiado gris y mortalmente aburrido.

Entre los traficantes de droga también hay veteranos de Vietnam que ingresan droga a Estados Unidos y que sacan el dinero para lavarlo.

Al mismo tiempo, las reparticiones policiales que combaten el narcotráfico cuentan con ex veteranos de guerra como miembros. Todos vivimos en el filo de la navaja. Uno disfruta del riesgo, el que se transforma casi en una droga.

Muchos cayeron en el camino. Algunos cayeron víctimas de su propio consumo excesivo de droga. Otros se descuidaron, los agarraron y terminaron con cadena perpetua. Incluso, otros tuvieron que huir del país, hacerse la cirugía plástica y no han podido volver más".

El camino de Damasco

"Estuve en prisión seis meses y recibí, un día, la visita de alguien del Marshall Service, quien me dijo que querían aprender sobre las técnicas de lavado de dinero a cambio de una rebaja en la condena.

Islas Vírgenes
El uso de paraísos fiscales es crucial para el proceso de lavado de dólares.

Mi papel es el de Consultor para el Delito Financiero. Le doy un ejemplo. Si leo en el 'Financial Times' que un país va a cambiar su moneda al Euro, digamos, yo sé que esa noticia la están leyendo varios lavadores de dinero que van a empezar a trasladar su efectivo a ese lugar para comprar empresas.

El motivo es que siempre que ocurre un cambio de divisa, por razones políticas, nadie hace preguntas frente a esos dineros que aparecen desde debajo de los colchones o desde dentro de los calcetines.

Yo busco cualquier objetivo potencial en el que los lavadores de dinero puedan tener el ojo puesto. Éstos trabajan 24 horas diarias, 7 días a la semana, sin descanso. El límite a los recursos de un lavador de dinero lo pone sólo su propia imaginación.

Sus clientes son tan exigentes, que el lavador de dinero se encuentra bajo la presión constante de tener que estar inventando la rueda todo el tiempo.

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